Traductores emigrantes en tranvía


Acabo de volver a casa en tranvía. Me senté al lado de una pareja, y al principio no noté nada raro. A los diez segundos empezaron a hablar y mi extrañeza se manifestó también. Era una pareja muy rubia como para ser una típica pareja española. Será que poco a poco se me está pegando el prejuicio más extendido de los franceses, el de que todos los españoles son morenos. Pues será que todos los franceses son blancos y rubios. Hay prejuicios, y muchos. El caso es que ambos tenían un perfecto acento canario, y según la descripción de su vida (lo que pude entender) habían estudiado, como yo, la interesante licenciatura, que ahora ya es grado en Traducción e Interpretación. Qué identificado me sentí, los tres, en la misma línea de asientos en el tranvía, traductores. El destino. Pensé en hablarles, pero es que discutían. Estos españoles siempre discutiendo a voces. Al parecer ella decía que si "no quiero seguir viviendo aquí, prefiero ser cajera toda mi vida en España que serlo en esta mierda de ciudad" (con jabón le lavaba la boca) y el otro le respondía que no volvía ni loco. Al parecer los dos eran traductores pero trabajaban en lo que podemos llamar, los "trabajos temporales" típicos del traductor. Siguieron discutiendo sobre el tema, ella se quería volver a Canarias y el le insistía en seguir buscando algo (según él aún quedaban ahí fuera oportunidades esperándoles). La cosa es que no son los primeros traductores que me encuentro en el extranjero haciendo trabajos, y disculpen la palabra elegida, de mierda. Parece que con la crisis hay dos tipos de españoles en las noticias, los que se van buscando algo pero vuelven porque no han hecho un curso de alemán ni de noruego y no encuentran nada (artículos subencionados por las escuelas de idiomas claro), y luego los españoles que estudian Traducción e Interpretación. Estos son los más pringados porque normalmente en el resto de carreras te desilusionas antes, y ves tu futuro negro antes de graduarte, pero en traducción pareces tener tantas puertas abiertas al principio que te ciegas, y al final todos eligen la que única que se quedó abierta después de los años noventa, la del trabajo basura en el extranjero.

Últimamente leemos en los periódicos las terribles historias de los españoles emigrantes. Si al primer grupo de españoles no los cogieron en el trabajo X por no hablar el idioma y ni siquiera chapurrear el inglés, a los traductores nos cogen, claro que nos cogen, por que lo hablamos, lo traducimos y encima podemos defendernos en cuatro lenguas más. Los traductores somos los pringados que emigramos de cajeros, de barrenderos, a trabajar a disneyshit, o a dar clases particulares, que por si no lo sabían pagan a 20€ la hora. Vaya que te puedes sacar unos 300€ al mes para pagar el piso y seguir viviendo de lo ahorrado con las becas de años anteriores. Lo siento pero es patético. Luego veo a los británicos y a los escandinavos que consiguen un buen puesto de trabajo la primavera de antes de acabar los estudios y que encima, para que estén contentos, en la empresa Y le dan un gap year (año para viajar), para que se lo piensen bien, y que si realmente quieren trabajar ahí, pues nada, que los esperan. Me parece que en España la universidad se ha convertido en el Ryanair de las universidades, que llegar llegas, sí, pero a un lugar tan remoto que para alcanzar el punto deseado tienes que coger autobus, barco, tren y hasta avión.

Todo eso lo pensé en el tranvía, mientras la rubia pareja canaria discutía. Cuando me bajé del tranvía subí las escaleras de la estación y en el exterior me vi envuelto en una especie de nube de espesa niebla. No veía más allá de dos metros a mi alrededor. Seguí el camino a casa que conocía de memoria y me pregunté: ¿será por la niebla?

1 comentario:

  1. No sé, el otro día estuve pensando justamente sobre eso (en las vacaciones en el sur de Francia nos juntamos cuatro licenciadas en Traducción, todas viviendo temporalmente en el extranjero) y yo no sé si es que estamos obligados realmente a emigrar, como todo el mundo lo pinta. Pienso en mis amigos y en mis compis de TEI y muchos de los que conozco viviendo fuera lo hacen porque es algo que querían, que les llamaba y que sentían(mos) que les iba a llenar; una experiencia que teníamos que probar. Es lógico que lo más probable sea que no encontremos un puesto de directivo llevando dos semanas viviendo en el país, pero yo nunca he tenido la impresión de haber estudiado "estafada": yo sabía que quería salir, y que probablemente sería duro, pero que lo iba a hacer de todas formas.

    Siento de todas formas que estés desanimado con este tema...

    ¡Un abrazo!
    Elvira.

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